MIRAD A MI SIERVO
Lecturas, Isaías, 42:1-7; Salmo 27: 1-3; 13-14; Juan 12:
1-11
Cada uno de nosotros nos encontramos permanentemente frente
al dilema de posicionarnos frente a la vida, y ese posicionamiento lo será en
todas sus dimensiones (sociales, económicas, culturales, políticas …) pero a la
vez llamados a posicionarnos frente a nuestras propias vidas y las
circunstancias que nos toquen vivir. Y ahí nos llega la invitación del profeta,
“Mirad a mi siervo”. El posicionamiento
solo puede darse de manera personal, desde lo que somos; es decir, desde
nuestra verdadera naturaleza esencial y no desde lo que no somos, pero nos
creemos ser.
MIRAD A MI SIERVO, el profeta nos invita a mirar al Siervo.
Pero,”¿ quién este Siervo ?”, quizá en esta época post-modernista chirrié un
poco este término, en la que nadie quiere ser siervo, sino señor, y no solo de
sí mismo, sino también de los otros. Este siervo, el Evangelio de Mateo lo cita
en el capítulo 12: 8-21, aplicándolo a la vida y obra del señor Jesucristo,
Siervo-Señor; y lo hace para ejemplificar el cumplimiento de lo anunciado por
el profeta. Por eso cantamos con el salmista “El es mi luz y mi salvación, a
quién (¿o qué temeré? …, “. Este Siervo, como tal está ajeno a ver la vida de
forma egótica, centrada en si mismo. “El
no voceará en las calles “. Nos llama a hacer un viaje al interior de nosotros
mismos, lejos del postureo que tanto caracteriza nuestro tiempo y al que
fácilmente se cede. Nos llama a ver nuestra alma y cuánto necesita de El, a fin
de que Su espíritu señoree nuestro espacio interior y nada ni nadie nos haga
temblar.
Es un Siervo-Rey que no “quiebra la caña cascada”. Está muy
lejos de hacer daño, de la injusticia, del despotismo. Al contrario, sufre en
primera persona los estragos, la vulnerabilidad y precariedad de los más
débiles, los enfermos, los hambrientos.
Frente a todas las situaciones trágicas, difíciles y
críticas; se nos invita a mirar a este Siervo; para entrar en nuestra
naturaleza esencial y recibir de Él paz, luz, confianza y certezas. Se nos
invita a mirar al Siervo para promover e implantar el derecho en la tierra, a
abrir los ojos a loas ciegos, a traer libertad a los que viven en la cárcel y
en tinieblas.
En estas semanas de “confinamiento”, las cristianas y
cristianos, las vivimos como una oportunidad para la meditación y la reflexión,
de la vida y su sentido, tanto de los valores como de su ausencia que la
determinan. Si, en medio de esta crisis causada por el COVID-19; tristemente
continuamos viendo el mal en todas sus formas; violencia, robo, odio, egoísmo,
amor al dinero; como muestra baste para ello ver subastas de material médico y
sanitario pie de pista; y sin embargo, destaca como luz el esfuerzo de decenas
y decenas de miles de personal sanitario volcados en ayudar a preservar el
mayor don que cada ser humano tiene en la tierra, su vida.
Es verdad, tenemos la certeza de ello, el Señor es nuestra
luz y salvación; y por ello gozamos y esperamos seguir gozando de la dicha del
Señor en el país de la vida; y para ello seguiremos creando y demandando un
mundo en el que no dejamos a nadie en el suelo ni atrás, y menos a los más
débiles, a los que les podamos decir: “Espera, se valiente, ten ánimo… En el
Señor ¡“.
En este tiempo de Cuaresma, de crisis, miramos a Jesucristo,
el Siervo-Rey; a quién nada ni nadie doblegó, ni la misma muerte, a fin de
recibir de él la fuerza, la luz y la sabiduría para vivir en los tiempos que
nos toca.
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