El final de año nos trajo una triste
noticia para nuestra iglesia y para el ecumenismo. Se nos fue Juan Piña, todos
sabíamos que estaba enfermo y en nuestras oraciones siempre le tuvimos
presente, pero el Señor le llamó ante su presencia. La noticia la recibimos en
el culto dominical y el dolor ante su pérdida nos ha dejado conmocionados.
Juan fue un esforzado hombre de
Dios, que trabajó por el evangelio desde el conocimiento y práctica del mismo.
Su personalidad, su talante humanista, liderazgo, el respeto hacia nuestra
confesión y su cercanía hacia el prójimo, al igual que su voz, caló entre todos
profundamente.
Él junto a nuestro antiguo pastor,
José Luis Troncoso, inició los cultos y actos ecuménicos, que se han venido
celebrando durante algo más de 25 años.
Hoy sabemos que se ha perdido un
servidor de Dios. A su congregación actual y a los hermanos y hermanas del
Santo Cristo, con los cuales nos vinculan lazos de amistad y hermandad, queremos
hacerles llegar nuestro pesar, al igual que a sus familiares. Pero también
queremos expresarle las palabras que ese mismo domingo de su fallecimiento
tuvimos en el leccionario de la iglesia, las palabras de Simeón: “Ahora, Señor,
despide a tu siervo en paz. Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu
salvación”. Todos los que amamos y respetamos a Juan sabemos que Él había visto
la salvación.
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