lunes, 6 de abril de 2020

Reflexión 5 de abril 2020




MIRAD A MI SIERVO
Lecturas, Isaías, 42:1-7; Salmo 27: 1-3; 13-14; Juan 12: 1-11

Cada uno de nosotros nos encontramos permanentemente frente al dilema de posicionarnos frente a la vida, y ese posicionamiento lo será en todas sus dimensiones (sociales, económicas, culturales, políticas …) pero a la vez llamados a posicionarnos frente a nuestras propias vidas y las circunstancias que nos toquen vivir. Y ahí nos llega la invitación del profeta, “Mirad a mi siervo”.  El posicionamiento solo puede darse de manera personal, desde lo que somos; es decir, desde nuestra verdadera naturaleza esencial y no desde lo que no somos, pero nos creemos ser.
MIRAD A MI SIERVO, el profeta nos invita a mirar al Siervo. Pero,”¿ quién este Siervo ?”, quizá en esta época post-modernista chirrié un poco este término, en la que nadie quiere ser siervo, sino señor, y no solo de sí mismo, sino también de los otros. Este siervo, el Evangelio de Mateo lo cita en el capítulo 12: 8-21, aplicándolo a la vida y obra del señor Jesucristo, Siervo-Señor; y lo hace para ejemplificar el cumplimiento de lo anunciado por el profeta. Por eso cantamos con el salmista “El es mi luz y mi salvación, a quién (¿o qué temeré? …, “. Este Siervo, como tal está ajeno a ver la vida de forma egótica, centrada en si mismo.  “El no voceará en las calles “. Nos llama a hacer un viaje al interior de nosotros mismos, lejos del postureo que tanto caracteriza nuestro tiempo y al que fácilmente se cede. Nos llama a ver nuestra alma y cuánto necesita de El, a fin de que Su espíritu señoree nuestro espacio interior y nada ni nadie nos haga temblar.
Es un Siervo-Rey que no “quiebra la caña cascada”. Está muy lejos de hacer daño, de la injusticia, del despotismo. Al contrario, sufre en primera persona los estragos, la vulnerabilidad y precariedad de los más débiles, los enfermos, los hambrientos.
Frente a todas las situaciones trágicas, difíciles y críticas; se nos invita a mirar a este Siervo; para entrar en nuestra naturaleza esencial y recibir de Él paz, luz, confianza y certezas. Se nos invita a mirar al Siervo para promover e implantar el derecho en la tierra, a abrir los ojos a loas ciegos, a traer libertad a los que viven en la cárcel y en tinieblas.
En estas semanas de “confinamiento”, las cristianas y cristianos, las vivimos como una oportunidad para la meditación y la reflexión, de la vida y su sentido, tanto de los valores como de su ausencia que la determinan. Si, en medio de esta crisis causada por el COVID-19; tristemente continuamos viendo el mal en todas sus formas; violencia, robo, odio, egoísmo, amor al dinero; como muestra baste para ello ver subastas de material médico y sanitario pie de pista; y sin embargo, destaca como luz el esfuerzo de decenas y decenas de miles de personal sanitario volcados en ayudar a preservar el mayor don que cada ser humano tiene en la tierra, su vida.
Es verdad, tenemos la certeza de ello, el Señor es nuestra luz y salvación; y por ello gozamos y esperamos seguir gozando de la dicha del Señor en el país de la vida; y para ello seguiremos creando y demandando un mundo en el que no dejamos a nadie en el suelo ni atrás, y menos a los más débiles, a los que les podamos decir: “Espera, se valiente, ten ánimo… En el Señor ¡“.
En este tiempo de Cuaresma, de crisis, miramos a Jesucristo, el Siervo-Rey; a quién nada ni nadie doblegó, ni la misma muerte, a fin de recibir de él la fuerza, la luz y la sabiduría para vivir en los tiempos que nos toca.


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