domingo, 26 de abril de 2020

viernes, 24 de abril de 2020

viernes, 10 de abril de 2020

CULTO DEL VIERNES SANTO,



CULTO DEL VIERNES SANTO,
10-04-2020,
IGLESIA BUEN PASTOR,
SAN FERNANDO  CÁDIZ
11. INVOCACION

El Señor es alabado, adorado y exaltado sobre toda la tierra; todas sus criaturas muestran la           magnificencia de su grandeza y poder; de su gloria cantan todas las generaciones, a El damos en este día la honra y la acción de gracia. En El esperamos nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros. Paz sea sobre nosotros.

2.     SALMO, 31: 1- 25
3.     ORACIÓN.
Padre. Gracias te damos por la vida. En ti confiamos y pedimos que tu nos libres, por
tu poder, amor y justicia.  Que inclines tu oído y atiendas nuestro clamor. Danos tu luz y guíanos por camino recto y justo. Pedimos tu misericordia para todos aquellos que sufren espanto, confusión y quebrantos.  Decimos con confianza, tú YAHVEH eres nuestro Dios. Ayúdanos a ser fuertes y valientes. En el nombre de nuestro Salvador Jesucristo. Amén
4.       HIMNO:
“Por la Vía Dolorosa”
5.       LECTURAS BIBLICAS, Isaías 52:13- hasta capítulo 53 1- 12;
Hebreos 4:14-16;
Juan 18:28-19:30
6.       REFLEXION
Estas lecturas nos llevan a la centralidad de la Pasión de Jesucristo. Su arresto, sufrimientos, crucifixión y muerte en cruz. Recordamos todas sus enseñanzas, sus milagros, sus oraciones, sus consuelos y su mensaje de esperanza: “Voy pues a preparar morada para vosotros…,” recordamos ese marco precioso de la celebración de la Pascua con sus discípulos, su mandamiento del amor fraterno y su revelación como Sumo Sacerdote. Todo nos lleva a hacer memoria de lo recibido de él, a vivir cada día a la luz de su entrega, de manera que nos lleve a vivir en entrega a los demás.  Tanto la Cena del Señor como la Cruz ocupan el centro de estas escenas históricas. Esta Mesa nos resume toda la trayectoria del Maestro y nos anticipa su muerte en el Gólgota, en la Cruz. La realización plana de lo anunciado por el Profeta, que nuestro castigo fue sobre El y por sus llagas y heridas fuimos nosotros curados (Salvados)
En estos días hemos podido ver la traición de Judas, como el mal entra en su alma y sucumbe a él. Vemos la “fortaleza “de Pedro, “Daré mi vida por ti”. Ambas nos llaman a la reflexión, a cuidar nuestro corazón y perseverar en la oración para que el Padre nos guarde del mal; a la vez, que aprendemos a no confiar en nuestras propias fuerzas y abandonarnos al poder de Su Espíritu en nosotros.
El Siervo, nuestro Señor Jesucristo fue azotado. Podemos mirar a El cuando nosotros lo somos, tanto por otros como por los problemas de la vida. Y sin embargo, este mundo no puede acostumbrarse al dolor, el sufrimiento y la injusticia. La palabra de esperanza tiene un rostro concreto, Jesucristo.
7.       CELEBRACION DE LA MESA DEL SEÑOR.
Video de la pastora Marta
8.       PADRENUESTRO.
Video ecuménico
9.       BENDICIÓN
Confía yo he vencido al mundo. Mi paz os dejo, mi paz os doy. He aquí yo estoy todos los días hasta el fin.
Amén. Dios nos bendiga
















lunes, 6 de abril de 2020

Reflexión 5 de abril 2020




MIRAD A MI SIERVO
Lecturas, Isaías, 42:1-7; Salmo 27: 1-3; 13-14; Juan 12: 1-11

Cada uno de nosotros nos encontramos permanentemente frente al dilema de posicionarnos frente a la vida, y ese posicionamiento lo será en todas sus dimensiones (sociales, económicas, culturales, políticas …) pero a la vez llamados a posicionarnos frente a nuestras propias vidas y las circunstancias que nos toquen vivir. Y ahí nos llega la invitación del profeta, “Mirad a mi siervo”.  El posicionamiento solo puede darse de manera personal, desde lo que somos; es decir, desde nuestra verdadera naturaleza esencial y no desde lo que no somos, pero nos creemos ser.
MIRAD A MI SIERVO, el profeta nos invita a mirar al Siervo. Pero,”¿ quién este Siervo ?”, quizá en esta época post-modernista chirrié un poco este término, en la que nadie quiere ser siervo, sino señor, y no solo de sí mismo, sino también de los otros. Este siervo, el Evangelio de Mateo lo cita en el capítulo 12: 8-21, aplicándolo a la vida y obra del señor Jesucristo, Siervo-Señor; y lo hace para ejemplificar el cumplimiento de lo anunciado por el profeta. Por eso cantamos con el salmista “El es mi luz y mi salvación, a quién (¿o qué temeré? …, “. Este Siervo, como tal está ajeno a ver la vida de forma egótica, centrada en si mismo.  “El no voceará en las calles “. Nos llama a hacer un viaje al interior de nosotros mismos, lejos del postureo que tanto caracteriza nuestro tiempo y al que fácilmente se cede. Nos llama a ver nuestra alma y cuánto necesita de El, a fin de que Su espíritu señoree nuestro espacio interior y nada ni nadie nos haga temblar.
Es un Siervo-Rey que no “quiebra la caña cascada”. Está muy lejos de hacer daño, de la injusticia, del despotismo. Al contrario, sufre en primera persona los estragos, la vulnerabilidad y precariedad de los más débiles, los enfermos, los hambrientos.
Frente a todas las situaciones trágicas, difíciles y críticas; se nos invita a mirar a este Siervo; para entrar en nuestra naturaleza esencial y recibir de Él paz, luz, confianza y certezas. Se nos invita a mirar al Siervo para promover e implantar el derecho en la tierra, a abrir los ojos a loas ciegos, a traer libertad a los que viven en la cárcel y en tinieblas.
En estas semanas de “confinamiento”, las cristianas y cristianos, las vivimos como una oportunidad para la meditación y la reflexión, de la vida y su sentido, tanto de los valores como de su ausencia que la determinan. Si, en medio de esta crisis causada por el COVID-19; tristemente continuamos viendo el mal en todas sus formas; violencia, robo, odio, egoísmo, amor al dinero; como muestra baste para ello ver subastas de material médico y sanitario pie de pista; y sin embargo, destaca como luz el esfuerzo de decenas y decenas de miles de personal sanitario volcados en ayudar a preservar el mayor don que cada ser humano tiene en la tierra, su vida.
Es verdad, tenemos la certeza de ello, el Señor es nuestra luz y salvación; y por ello gozamos y esperamos seguir gozando de la dicha del Señor en el país de la vida; y para ello seguiremos creando y demandando un mundo en el que no dejamos a nadie en el suelo ni atrás, y menos a los más débiles, a los que les podamos decir: “Espera, se valiente, ten ánimo… En el Señor ¡“.
En este tiempo de Cuaresma, de crisis, miramos a Jesucristo, el Siervo-Rey; a quién nada ni nadie doblegó, ni la misma muerte, a fin de recibir de él la fuerza, la luz y la sabiduría para vivir en los tiempos que nos toca.